Recorte de jornadas y salarios mínimos

 Recorte de jornadas y salarios mínimos

Los antiguos convencionalismos

El debate entorno a la duración de la jornada laboral y al establecimiento de salarios mínimos siempre es un tema realmente espinoso. Tras la Primera Revolución Industrial, los trabajadores solían pasar muchas horas en las fábricas (hasta 20 o 18 horas al día en los inicios). Sin embargo, los trabajadores acudían a trabajar muy cansados y rendían muy mal en las fábricas por lo que su productividad era baja. Paulatinamente se fueron reduciendo las jornadas laborales y se comprobó que, aunque en un primer momento se trabajasen menos horas y las empresas gastasen más recursos en crear incentivos para los trabajadores, como mejores salarios o periodos vacacionales más amplios, se veía incrementada la productividad. Esto ocurre porque los trabajadores acuden más felices a trabajar y en el puesto de trabajo rinden mejor para ganarse los incentivos que se proponen. En la actualidad, la jornada laboral es de unas cuarenta horas semanales como máximo y los incentivos varían entre las empresas. Estas condiciones quizás se puedan mejorar, como se ha visto en épocas anteriores, aumentando el bienestar de los trabajadores y mejorando la productividad de las empresas.

Actualmente, se debaten medidas como el recorte de la jornada laboral a 32 horas semanales y la subida del salario mínimo interprofesional. ¿Mejorarían estas medidas la productividad y la economía? En este artículo se verán las consecuencias de estas dos medidas y se desmentirán los mitos que habitualmente surgen en torno a ellas.

Las jornadas laborales de 32 horas

La jornada laboral de 32 horas se ha puesto en marcha en numerosos países con distintos resultados. 

En primer lugar, el gráfico que se muestra evidencia como los países con jornadas laborales más cortas son los que presentan una productividad más alta con alguna excepción, según Eurostat.

En segundo lugar, más allá de que la productividad de las empresas se ve ampliamente mejorada en la mayoría de los casos, el beneficio económico y social de esta reducción es mucho más amplio que el aumento en la productividad.

Esta nueva concepción del trabajo estimulará la economía, incrementando la demanda de ocio, hostelería y sectores relacionados con el turismo y el transporte, ya que los trabajadores tendrán más tiempo para demandar este tipo de bienes. Si la mayoría de la actividad económica se produce en fines de semana y vacaciones, el aumento de estos períodos estimulará la economía. 

Además, esta reducción podría aumentar el empleo a la vez que se mantienen los sueldos, en contra de lo que la mayoría piensa de que sería negativo. Si los trabajadores tienen más horas para formarse podrán formarse mejor y adaptarse a los cambios tecnológicos y a los perfiles que demanda la empresa, lo que se transformará en un aumento de la productividad nuevamente y en más empleo y de mayor calidad. También, aumentará la innovación, ya que muchos de los inventos que se han producido en la historia no han sido trabajando incesantemente en una fábrica, sino que los individuos de forma autóctona, en sus ratos libres, persiguen sus sueños y consiguen muchas veces resultados sorprendentes. Esto sería una nueva forma de creación de empleo que se podría llegar a alcanzar. 

Por último, en el plano social, mejoraría la conciliación de trabajo y familia y ayudaría  a mejorar la salud mental de la sociedad en general, que se ha visto muy deteriorada en los últimos años (evidenciado por la alta tasa de suicidios que se registran). Además, la mejor conciliación podría ayudar a reflotar la baja natalidad que amenaza a los países de toda Europa.

En relación a datos concretos, según la empresa  British Telecom de la Escuela de Negocios Saïd de la universidad de Oxford, la productividad de los empleados aumentó un 13% con esta reducción; por lo que si aumenta la productividad, no será necesario bajar los salarios aunque se trabajen menos horas. Otros caso es el de Islandia, dónde se redujo la jornada a 35 horas semanales y la productividad se mantuvo o aumentó y los salarios se mantuvieron.

Salarios mínimos más altos, decentes

Muchos son las voces que tachan los salarios mínimos de destructores de empleo, aunque de nuevo estos datos son erróneos

De nuevo es necesario remitirse a la historia de forma general para comprender como los salarios mínimos crecientes mejoran el bienestar. En la Inglaterra del s. XIX, dónde los trabajadores industriales cobraban unos pocos chelines por jornadas laborales larguísimas, generaba gran malestar social y un bajo consumo, de subsistencia por parte de los trabajadores y los demás bienes sólo eran consumidos por las clases más altas. Para la construcción de la sociedad en la que se vive actualmente y que ha mejorado el nivel de vida en general, fue necesario la subida salarial. En el gráfico (fuente: Eurostat) se aprecia como las economías más avanzadas y que más crecen de la Unión Europea presentan salarios mínimos más altos. ¿Por qué no se debería seguir avanzando en esta dirección?¿Qué implicaciones tienen los salarios mínimos en la economía?

En 2022, el salario mínimo interprofesional se subió en España hasta los 1000 euros mensuales brutos distribuidos en 14 pagas. A continuación se analizará las implicaciones económicas y sociales que esto ha tenido. 

En primer lugar, es necesario analizar que efectos puede tener la subida del salario mínimo en una economía. El aumento del salario mínimo es cierto que produce diferentes efectos sobre la oferta de empleo dependiendo del país en el que se estudie. Puede suponer una redistribución de la renta efectiva o no, pero suele mejorar las condiciones de los trabajadores más precarios. Por otra parte, es cierto que unos salarios más altos pueden reactivar la economía, ya que supone un incremento de las cotizaciones del Estado, que puede destinar a reducir deuda y también, porque incrementa el consumo al mejorar el poder adquisitivo de las familias.

En el caso de España, se han hecho reformas recientes en torno a la temporalidad de los contratos y a los salarios mínimos. A primera vista, todo parece indicar que estas medidas han sido beneficiosas para la economía ya que se están registrando uno de los menores números de parados en los últimos años en España y se está consiguiendo reducir la diferencia entre los umbrales más pobres de la sociedad. Sin embargo, aunque de momento, haya mejorado la economía estas medidas, hay que esperar a que pase más tiempo, para determinar definitivamente si las medidas comentadas han contribuido positivamente o no. Los gráficos muestran la evolución del paro en España anualmente y en meses comparables según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.















A la vista de los datos arrojados en este informe, se puede concluir que la reducción de la jornada laboral así como el incremento de salarios mínimos (aunque de forma más dudosa este último caso) producen efectos positivos tanto en las empresas, como de forma más destacable en el conjunto de la sociedad y la economía. El avance en ambos campos constituye unos de los pilares fundamentales para el avance de las sociedades occidentales.


Bibliografía:

UCAM:  La semana laboral de cuatro días llega a España. Enlace

Nada es gratis:  Reflexiones sobre la jornada laboral de 4 días. Enlace

Nada es gratis:  Es hora de que los economistas empiecen a pensar en la jornada laboral de cuatro días. Enlace

El economista:  Así ha funcionado hasta ahora la semana laboral de 4 días comienza la primera gran prueba en España. Enlace

Ineaf:  Semana laboral de 32 h, trabajar menos y mejor todos. Enlace

Nada es gratis:  Evaluaciones recientes de los efectos del salario mínimo interprofesional. Enlace


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