KEYNES Y HAYEK SOBRE LA GRAN DEPRESIÓN

La Gran Depresión

En la crisis de los años 30 se dio una coyuntura muy difícil de superar ya que se produjo deflación y depresión a la misma vez, generando un gran aumento del paro y un gran empeoramiento del nivel de vida en la ciudadanía. La deflación se caracteriza por una bajada continuada y vertiginosa de los precios. Esto provoca entre otras consecuencias, el aumento del valor de las deudas y la reducción del valor de los activos y los bienes. La incertidumbre que provoca la deflación genera dos efectos. Por un lado, la bajada de precios reduce los beneficios, por lo que las empresas reducen sus costes -salarios- y los consumidores e inversores retrasan sus decisiones consumo e inversión -tanto por menos disponibilidad de la renta como por la continua bajada de precios, que retrasa las decisiones de inversión-. Para salir de esta situación, los bancos centrales rebajaron el tipo de interés a cero, pero con esto no era suficiente. Se produjo la llamada trampa de la liquidez, que consiste en que aún cuando los bancos reducen el tipo de interés al mínimo, no se escapa de la situación deflacionaria. Por tanto, la única salida ante esta situación era generar inflación con diferentes medidas como la expansión de la oferta monetaria, una política fiscal expansiva o la devaluación de la moneda. Sin embargo, estas posibles medidas eran incompatibles con el patrón oro de la época, por lo que era muy difícil salir de esta situación. 

Los economistas de la época pensaban que esta crisis no era sustancialmente diferente a las que habían ocurrido en el pasado, pero esta vez, había una mayor rigidez generada por las grandes economías industriales. Se pensaba también que el paro tan alto venía provocado por el aumento de los salarios y los subsidios de desempleo y que había paro estructural en los sectores tradicionales. 

Keynes

En primer lugar, Keynes atribuía la Gran Depresión a la bajada en la demanda agregada, y planteaba que eso se debía abordar mediante la reactivación del consumo para corregir la bajada que se había producido. Por tanto, Keynes proponía que el gobierno debía intervenir para corregir los desajustes que había producido el “laissez-faire” y reactivar la economía para salir de uno de sus ciclos bajos. A pesar de que consideraba de gran importancia la propiedad y la iniciativa privada, el mercado había fracasado y era el momento de intervenir para aumentar los niveles de empleo y demanda. Para esto, proponía una política de obras públicas financiada con endeudamiento del estado para emplear a los sectores más dinámicos y que el aumento de la renta de estos trabajadores contribuyese a la reactivación del consumo y esta a su vez de la inversión, creando un ciclo que se retroalimentase. Además, consideraba que una política fiscal expansiva era más segura para salir de la crisis que una política monetaria expansiva, ya que, según él, ésta solo retroalimentaría el problema. 

Hayek

Por su parte, Hayek pensaba que la causa fundamental de la crisis eran las imperfecciones en la política monetaria y que la deflación era la consecuencia de éstas. Postuló que el ciclo económico se había alterado y que la única manera de restaurarlo y volver a una situación de equilibrio era que se restaurasen las etapas de la producción. Pensaba que una expansión del crédito para resolver la situación solo agravaría la misma y produciría peores consecuencias en el largo plazo, por el desequilibrio que se genera entre ahorro e inversión. Por tanto, en virtud de evitar males mayores en el futuro, proponía que había que dejar que actuase libremente la economía respetando los mecanismos de ésta -como los precios- sin alterarlos ficticiamente. 

Se observan por tanto dos visiones antagónicas: la de Keynes, una visión optimista, que recalca la necesidad de mejorar la situación a corto plazo para evitar el sufrimiento en el presente y la de Hayek, una visión más pesimista, que advertía de que mejorar en el corto plazo produciría un drástico empeoramiento en el futuro. 

Otra visión

Otros economistas como Friedman achacaban que la crisis había adoptado unas dimensiones tan amplias por la ineptitud de las medidas que realizó -o no- la Reserva Federal. En su opinión, se debería haber iniciado una política monetaria expansiva. Ésta no se vio realizada por la concepción  liberalista de los gestores de la Reserva Federal (en consonancia con Hayek) que pensaban que las crisis servían para corregir las debilidades del sistema y que no se debía invadir el curso natural de la oferta y la demanda de crédito. Sin embargo, Friedman también postulará -diferenciándose de que Keynes- que para salir de las crisis es mejor una política monetaria expansiva que una política fiscal expansiva, ya que se evidenciaría que la primera reduce los tipos de interés mientras que la segunda produce el efecto adverso. 

Las medidas que se tomaron

La situación no mejoraba y en Estados Unidos se comenzaba a pensar que quedarse de brazos cruzados ante una escenario tan drástico no era la mejor respuesta, por lo que tanto Herbert Hoover como posteriormente Roosevelt comenzaron a incluir tímidos programas de obras públicas para intentar mejorar la situación. Las políticas que se comenzaron a tomar, por tanto, se inclinaban a las propuestas de Keynes, que trabajaba en proporcionar un respaldo teórico en su obra “Teoría General” mientras se comenzaban a adoptar estas prácticas. La adopción de las teorías Keynesianas y su aplicación de manera generalizada en Estados Unidos tendrá como resultado una época de prosperidad sin precedentes durante unos treinta años, pero finalmente, en los años 70  se dejaron de aplicar políticas keynesianas por el fenómeno de la estanflación; y a largo plazo, se acabó verificando que las opiniones expresadas por Hayek y que fueron desvirtuadas durante tantos años, ahora se verificaban. Por tanto, no es fácil dar una respuesta única a la pregunta de quién llevaba razón sobre las causas, las consecuencias y las medidas que había que adoptar para abordar la Gran Depresión de los años 30. 

¿Quién tenía razón?

Para intentar dictaminar que economista resulta ganador en este debate hay que observar el corto y el largo plazo, pues influye la concepción que se tenga en cuenta para analizar los resultados de las diferentes medidas.

En primer lugar, en atención a un período de tiempo corto, para solucionar la Gran Depresión fueron claves las medidas propuestas por Keynes. Hayek no acertó en sus previsiones de la política monetaria y fiscal que habría que haber seguido en aquellos años. Hayek esperaba que la recesión fuera breve como en crisis anteriores, pero no era el caso de la Gran Depresión por lo que no “trastocar” la economía habría provocado un prolongamiento de la crisis que no se sabe a dónde habría llevado. En este sentido la doctrina adoptada por Keynes ha servido de referencia y se ha utilizado a modo de antídoto para salir de las crisis que se han sucedido en el corto plazo, para evitar un sufrimiento económico muy prolongado. Por ejemplo, estas medidas fueron importantes para afrontar la crisis de 2008 o la posterior del euro. 

En segundo lugar, en atención a un período largo de tiempo, las previsiones de Hayek son más acertadas. Pese a lo que pensaban los Keynesianos de que la política anticíclica podía solucionar los problemas de las economías indefinidamente, Hayek vaticinó acertadamente que esto no sería efectivo y que al cabo de largos años se corroboraría. Pese a que las soluciones Keynesianas colaboraron para salir de algunas crisis, el abuso de estas provocó su ineficacia y la necesidad de buscar alternativas en la gestión económica, es decir, atender a las nociones del libre mercado que habían sido ignoradas. 

Por tanto y a la vista del análisis realizado cabe destacar que ambos economistas proporcionaron visiones muy importantes y necesarias sobre la Gran Depresión. Hay que destacar que la importancia de Keynes reside en que proporcionó recetas para intentar salir de la crisis lo más ágil y rápidamente posible. Muchos economistas como Galbraith o incluso el propio Hayek, se deshacían en elogios con Keynes calificándolo como “polifacético, influyente y muy ágil mentalmente”. Aunque el último de ellos estaba en gran desacuerdo con sus teorías económicas, era inevitable elogiar a la gran personalidad que fue Keynes.


Bibliografía:

Wapshott, Nicholas (2016). Keynes vs Hayek, el choque que definió la economía moderna

BBVA, educación financiera (2014). Keynes vs Hayek, lo que debes saber. Enlace

Aparicio, Abraham. (2007). La política monetaria en la crisis de 1929-1933: la tesis
Friedman-Jacobson. Enlace

Ramos Palencia, Fernando. Instituciones, política y gobernanza en la economía mundial: las
crisis económicas. Enlace

The economist, cultura (2015). Causas fundamentales. La Gran Depresión. Enlace

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